TESTAMENTOS, LA PAZ DE LAS HERENCIAS

Cuando alguien muere la primera frase que se nos viene a la cabeza es Descansa en Paz, pero ¿Qué ocurre con los que quedan aquí? Los familiares que hasta entonces tenían un trato cordial y de repente comienza a generarse un caos que nadie hubiera podido imaginar, porque claro... yo esperaba más, a ti te pertenece menos, pues yo no acepto, pues tú no le visitabas... Y así lo que debería ser una despedida en armonía se convierte en el inicio del sendero de los mil reproches. Es por ello que si algo es importante hacer, y da igual la edad que se tenga, es un testamento. En el se reflejan tus voluntades, debiendo respetarlas todos aquellos que te quieren, no dejando ningún margen a las disputas familiares y la mínima posibilidad de que se de un conflicto, porque al final uno mismo debe decidir cómo repartir lo que durante su vida trabajó, nadie más, quienes deberán respetar esos deseos. Hacer un testamento en un momento vital concreto no tiene porque ser definitivo, siendo este un miedo de algunas personas a hacerlo joven. Ya que se pueden hacer tantos testamentos como se deseen, siendo válido únicamente el último de ellos. Una vez se lee el testamento de la persona fallecida, llega el turno de los herederos quienes deberán aceptar o rechazar su parte de la herencia ante notario. En caso de que no exista testamento tenemos el procedimiento abintestato en el cual la herencia (dinero y/o bienes) serán repartidos conforme a criterios legales sin tener en cuenta los deseos del fallecido. Todo este procedimiento puede verse obstaculizado por muchísimas cuestiones, en esos casos lo mejor es acudir a un profesional para el asesoramiento. Por supuesto, nuestro despacho está a vuestra disposición para todo tipo de consultas sobre herencias.